El escultor cántabro Teodoro Calderón
González, nació el 3 de septiembre de 1912 en Torrelavega (donde le ha sido
dedicada una calle y un monumento) y fallecido en Valladolid, el 21 de febrero
de 1955.
Un artista cuya obra,
repartida por diversos países (México, Inglaterra, Alemania, Bélgica), se
adscribe a un realismo concienciador que transmitía con inspirada nitidez el
insoslayable dramatismo de un duro entorno, aquella España quebrada que le tocó
vivir (la guerra truncó muchas ilusiones, condicionó su vida y minó
drásticamente su salud).
En 1925, ingresó en
la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal y sus cualidades de artista
afloraron desde muy joven (a los 14 años talló un bargueño que dejó asombrados
a propios y extraños, cuyos relieves frontales recreaban con gracia natural y
la incipiente técnica adquirida, pasajes del descubrimiento de América por
Cristóbal Colón).
Pronto sus trabajos
fueron objeto de premios en diversas exposiciones y comenzaron a difundirse. A
ello contribuyeron las crónicas y artículos que iban apareciendo en
periódicos y revistas de arte de la época.
Su carrera se vió
truncada en 1936 con el estallido de la Guerra Civil. Calderón la vivió desde
el bando republicano en el que sus dotes fueron circunstancialmente canalizadas
como cartógrafo y cartelista. Acabada la contienda, regresó a su casa de Tanos,
en Torrelavega, donde su presencia fue denunciada por algún vecino “adicto” al
Régimen. Encarcelado en “La Tabacalera” de Santander, allí permaneció detenido
durante cuatro años sufriendo continuos malos tratos a manos de sus carceleros
(sistemáticas y amedrentadoras palizas) hasta que el resto de su condena fue
conmutada por la de destierro. Una de las vertientes de la barbarie revanchista
del franquismo en la posguerra, eran los castigos morales.
Teodoro, aplicando la
mínima distancia permitida por las autoridades, pudo elegir la ciudad
castellana de Valladolid, donde, no obstante, tenía la obligación de
presentarse cada quince días ante las autoridades locales. Este “requisito”
duró hasta octubre de 1947.
En su exilio
castellano, Teodoro Calderón conoció a Encarnación, la mujer de su vida, se
casó con ella y tuvieron dos hijos, Teodoro y Angelines. En su taller de la
ciudad del Pisuerga, su arte fue elevándose desde el naturalismo social de su
primera etapa, en la que destaca su trabajo más emblemático, un impresionante
altorrelieve titulado “GENTE DE HAMPA”, hasta un acentuado expresionismo en la
forma y el gesto (el conjunto escultórico "ATORMENTADOS”, originalmente
modelado en arcilla, es su obra postrera y la que mejor ilustra su postura
moral ante el arte).
Un durísimo invierno
que sufrió la patria chica de Zorrilla hace cincuenta y tres años acabó con la
vida de un hombre bueno que supo soñar sin dejar de mirar a su alrededor.
Teodoro Calderón
González, de inmarchitable recuerdo en la mente y los corazones de
quienes le conocieron y amaron, más vivo que nunca en su legado artístico,
expiró con 42 años la helada madrugada de un 21 de febrero del año 1955.
En el pleno del 18 de
abril del 1978, una serie de ciudadanos
de Torrelavega deciden proponerle a Don Juan Ramón Tirado (que presidia como
alcalde), el nombramiento de la Calle Teodoro Calderón, situada en Torrelavega.
Siendo aceptada y aprobada en el pleno municipal, así fue como pasó a ser
nombrada Calle Teodoro Calderón en honor al gran escultor Torrelavegense. Acta
del pleno - Ayuntamiento. Lg 342; 12.
Gracias por recordar a mi padre. Un honor ser hija del que fue tan gran artista y persona...
ResponderEliminarUn saludo.
Geles Calderón