martes, 23 de abril de 2013

Manuel Llano (castellano)


Manuel Llano Merino, también conocido como Nel Llano fue un destacado escritor cántabro de principios del siglo XX.
Nació el 23 de enero de 1898 en Sopeña, Cantabria. Su padre, albarquero de oficio era conocido como Manueluco el Ciego por un problema que padecía en la vista. La económica familiar no fue muy holgada en la infancia de Manuel y es por ello que vive con sus abuelos en Sopeña, en un lugar conocido como el Corral Redondo, y sus padres lo hacen en Santander.
Más tarde asiste a la Escuela Pública de Sopeña y de ahí a la Fundación de los frailes de La Salle. En esa época Manuel presenta ya una "nube"  en el ojo izquierdo como indicio de una tara hereditaria. Como más tarde contaría el propio Manuel Llano, durante un tiempo ejerció de sarruján en las brañas de los puertos altos de la mancomunidad Campóo-Cabuérniga en Carmona, donde tenía familiares. "... Manuel Llano ha sido sarruján en su niñez. Solo, en las altas  noches estivales el sarruján de Carmona contó estrellas y aprendió los rumbos de las aves, los pálpitos de las selvas , la huella de los animales  monteses, el ruido de una hoja, el chasquido de una yerbecilla al romper…”. Al quedar definitivamente ciego el padre de Manuel, éste tuvo que acompañarle en el oficio de lazarillo..."porque nosotros hemos sido lazarillo. Una mano se posó en nuestro hombro, en las leguas de muchos caminos en la tristeza de muchas soledades". Se traslada a Santander a vivir, ahora sí, con sus padres.
A los 15 años Manuel aparece ya inscrito en los estudios de Magisterio. Pero en 1917, motivado por su afán aventurero, concibe la idea de hacerse marino y se matricula en la escuela Náutica de Santander. En 1923, a los 25 años de edad, se casa con la burgalesa María Lázaro pero su situación económica le obliga a continuar viviendo con sus padres en Santander. Para entonces está ya trabajando en el diario santanderino "El Pueblo Cántabro". En ocasiones asistía a la tertulia que se formaba en la Biblioteca Menéndez Pelado donde, entre otros, asistían Artigas, Cossío, Sánchez Reyes, Maza, etc. y también asiste esporádicamente a las que se forman en el Café Suizo del Ateneo y a las que asistían, Francisco Obregón, Díaz Munio, Luis Corona, Mauro Muriedas, Fernández Muriedas, Manuel Hoyos, José Hierro, Jose Luis Hidalgo, etc.
Manuel Llano amaba la vida rural y eran muy frecuentes sus andanzas por los pueblos en busca de leyendas y de costumbres y tradiciones cántabras. Goza por entonces de gran estima y prestigio como escritor y folklorista y escribe Las Anjanas, con uno de cuyos ejemplares decide visitar a Gerardo Diego lo que le hace llegar al Instituto de Santander.
En 1931, se publica Brañaflor, colección de relatos, mitos y temas parecidos. En 1932 publica Campesinos en la ciudad. En 1934 publica La Braña, Rabel. En 1935, Retablo infantil y Parábolas. En 1937 publica Monteazor.
 De su actuación durante los años de la Guerra Civil, sabemos que Manuel Llano realizó numerosas gestiones para librar de persecuciones e incluso de la muerte a cuantas personas solicitaron su favor. Se escuchan relatos que hacen referencia a que ocultó a personas o a la especial protección que les brindó prestándose incluso a dormir en sus camas, a traerles del frente de guerra,... etc. En la noche del 31 de diciembre de 1937, el escritor se retira a su casa, y después de cenar ligeramente, se acuesta. Cuando las campanas del reloj anunciaban la salida del año, Llano presenta los primeros síntomas del mal que le ocasionaría la muerte en pocas horas.
Su vida ha sido dura, ha padecido todo tipo de penurias, vivió momentos importantes de la Historia de España, la pérdida de las Colonias (Cuba, Filipinas) y la Guerra Civil. Dejaba viuda, tres hijos y unos proyectos que ya nunca realizaría: obras en trance de terminar o de editarse como Dolor de tierra verde, El libro de los tontos, Cuentos de enero o Malva. Así, el hombre bondadoso, el amigo de los niños y de los ancianos, uno de los escritores más grandes que ha tenido La Montaña moría a los cuarenta años. Su entierro fue sencillo y con poco acompañamiento. En 1980, por acuerdo del Ayuntamiento de Santander, sus restos son trasladados al Panteón de hijos ilustres de la cuidad.
El 29 de junio de 1979, el alcalde de Torrelavega, Juan Ramón Tirado, en homenaje a Manuel Llano, por su fundamental papel en la literatura cántabra  pone su nombre a una calle de Torrelavega.



Hemeroteca municipal de Torrelavega


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