Hace 31
años la ciudad de Torrelavega creo un pionero servicio medio ambiental formado
solo por personas discapacitadas. La nueva ley de sostenibilidad local está dificultando esta apuesta laboral, y las políticas medio ambientales que solo
ellos saben hacer.
“No lo
haremos, si no lo vemos, y lo tenemos que hacer”. La frase se atribuye a Manuel
Teira. Un alcalde de leyenda. Médico, filántropo y amante de su ciudad. Era el
año 1983, la naciente democracia acababa de dar un giro, llevando al poder al
partido socialista no solo en la administración central. Teira fue el símbolo
en Torrelavega de una nueva administración municipal, con otras sensibilidades,
y otros objetivos. El desarrollo de programas sociales era uno de ellos,
transformar Torrelavega en una ciudad sostenible y limpia, otro. Teira
compartía la visión de otros prohombres locales, como El doctor Germán
Castellano, el psicólogo Tomás Castillo o el humanista Aurelio García. Para
emprender reformas vitales en la estructura de la ciudad era preciso implicar a
todos los colectivos, colocando en punta de lanza a aquellas personas con más
sensibilidad hacia esos problemas.
Ese año
nacía el Serca, una unidad de integración laboral, un centro especial de empleo
para personas con discapacidad de toda la comarca, pero que si podían trabajar
y, quizá mejor que nadie, en el ámbito medio ambiental.
El primer
servicio se puso en marcha con 6 trabajadores. El objetivo, la recuperación de
un viejo acuartelamiento (la finca de los soldados), para crear la sede de la
que sería, con todas las de la ley, una empresa de gestión ambiental. A finales
de los 80 el Serca ya gestionaba muchas de las instalaciones municipales y
empezaba a crecer. El ayuntamiento comenzó a recuperar servicios entregados a empresa
privadas hasta concentrar toda la gestión de parques y jardines en esta
empresa. Con el nuevo siglo los trabajadores del Serca pusieron en marcha los
proyectos de recuperación de los espacios degradados de la ciudad, por abandono
o por los efectos de la industria tradicional. Así nacería el Parque de la Viesca o se recuperaría la Finca del Asilo, un amplio
espacio en el centro urbano que se había convertido en asentamiento ilegal y
zona de quema de plásticos para recuperar cobre robado.
Pero la
frase de Teira, veinte años atrás, seguía vigente. No eran trabajadores
normales. Ellos veían en su trabajo lo que otros muchos no, desarrollando una
iniciativa, un mimo y un cuidado que les había granjeado el respeto y el apoyo
de toda una ciudad.
Cuando en
los últimos años el Serca puso en marcha Serviber, una empresa de viveros
dedicada a la producción y venta en el mercado internacional; o cuando el año
pasado el ayuntamiento les encomendó la preparación de 5000 metros cuadrados
de terreno para huertos ecológicos que darían empleo a 29 personas; o cuando
iniciaron la lucha contra los vertederos incontrolados, los chicos del Serca ya eran 112, y eran la
élite de los planes medio ambientales de la ciudad.
Pero luchar
por el espacio en que vivimos, y por las personas más necesitadas que lo
habitan, precisa inversión, en tiempo, en dinero y en sensibilidad. Serviber,
su empresa de viveros, cerró hace 3 años, aunque se mantiene la marca
comercial. La Sociedad
de Desarrollo Regional había invertido 7.200 euros, la empresa no despegaba y
había que recortar pérdidas. El ayuntamiento, regido en minoría en la primera
parte de esta legislatura por el PP ha tomado medidas de racionalización del
gasto que incluyen la privatización de áreas de trabajo tradicionales del Serca.
El último golpe ha llegado hace unos días. Una moción de censura ha llevado a
socialistas y regionalistas al poder. Una de sus primeras medidas ha sido
intentar revitalizar este servicio de empleo y potenciar sus programas. En los
últimos meses, las bajas y jubilaciones habían mermando la plantilla y su
efectividad. Ante ello, la alcaldesa solicitó al Ministerio de hacienda permiso
para la contratación de nuevos trabajadores, dado que la ley de Sostenibilidad
Local del PP impide a los consistorios contratar trabajadores que no sean para
programas de empleo regionales. Pero el Serca no lo es, no es un plan eventual,
es una estructura permanente de inserción laboral de trabajadores. La respuesta
ha sido no. Hoy el servicio cuenta con 95 trabajadores, líneas de negocio
relacionadas con el medio ambiente han debido ser abandonadas, y algunos
servicios se resienten.
José
Antonio Abascal, el concejal del área, nos transmite la inquietud del
colectivo. El Serca atraviesa dificultades, y con él nuestras políticas hacia
el medio, porque ellos ven en él una forma de vida, una filosofía de trabajo,
una necesidad social. Ellos lo ven, pero hay quienes no les ven a ellos.
María
Fernández / Vanesa Gómez / Judith Gómez
Estudiantes de secundaria
Colegio Ntra. Sra. de la Paz ,
Torrelavega (Cantabria)
EPE 2014, enrededos
Imagen M. Fernández / V. Gómez
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